El problema con la mayoría de las personas es que no creen que algo pueda pasar hasta que pasa

  • Si hay algo que considero cada vez más necesario, pero que por desgracia cada vez resulta más infrecuente es el arte de cuestionarlo todo o ejercer de abogado del diablo. El pensamiento crítico de siempre.
  • Si hay algo que ha hecho avanzar a la humanidad y son la base de la ciencia, es la curiosidad por un lado y la capacidad de dudar de todo lo que vemos hasta encontrarle una explicación. Es decir, cuestionarnos lo que vemos, lo que creemos para encontrar una explicación a todo ello basado en evidencias.

Pero el fino arte de cuestionarlo todo también puede ser usado como herramienta para mejorar nuestro pensamiento y generar ideas creativas. Al igual que en la ciencia, debemos olvidarnos de lo que consideramos certezas, actos de fe o nociones preconcebidas para poder explorar nuevas ideas y perspectivas.

Sócrates. El filósofo griego es conocido por su método de cuestionamiento, que él llamaba elenchus, más conocido hoy como método socrático. Creía que haciendo preguntas y dudando de las creencias y suposiciones de los demás, podía ayudar a la gente a pensar de forma más profunda y crítica sobre el mundo que les rodeaba.

Y por eso, quiero hablaros de la ”Teoría del décimo hombre”


La teoría del décimo hombre comenzó a tener relevancia después de hacer referencia a ello en la película “Guerra Mundial Z”.

La Regla del décimo hombre es una táctica en la que si varias personas llegan a una misma conclusión o solución, uno siempre está obligado a sembrar la duda, intentar rebatir el consenso y plantear alternativas asumiendo que las otras personas están equivocadas. Es decir, volvemos al fino arte de cuestionarlo todo.

Esta regla tiene mucha relación con un concepto de la psicología que es la teoría de la argumentación. La cual, según los estudios de Oswald Ducrot y Jean-Claude Anscombre en los que se basa, viene a decir que:

“La idea clave es que el valor principal del lenguaje es el argumentativo. Pero argumentar carece aquí del sentido de demostrar y razonar en favor de una aserción que tenía en la retórica clásica o que posse en el lenguaje de la lógica; en la formulación de Ducrot, argumentar tiene el valor de hacer admitir un razonamiento (sea lógico o no) para poder llegar a una conclusión que sea aceptable por el destinatario de la enunciación”.

Luego vinieron Mercier y Sperber a denominar la teoría argumentativa, que lleva más allá este concepto, diciendo de una manera resumida, pero alineada con lo anterior, que el razonamiento no persigue que encontremos la verdad, sino que tengamos argumentos que validen lo que pensamos.

Terreno de dominio de los sesgos, principalmente el sesgo de confirmación. Si nos rodeamos de personas que piensan como nosotros, no hacemos más que darle de comer a este sesgo de confirmación y, por tanto, que en lugar de fomentar el pensamiento crítico o el fino arte de cuestionarlo todo, lo único que conseguimos es un pensamiento único y plano. Sea correcto o no, que esa es otra historia.

Y es aquí donde entra en juego el Décimo Hombre. Obligado a cuestionar lo que los demás piensan y acuerdan. Incluso aunque él mismo coincida en su pensamiento con los demás tiene que rebatirlo, cuestionarlo y encontrar argumentos e ideas que puedan convencer a los demás de quizás estar equivocados. O al menos plantar la duda para que nuevas ideas y soluciones aparezcan.

En esta idea, se basa el concepto tan importante que en todo proceso creativo o de innovación, el grupo formado para ese proceso debe ser multidisciplinar. No sólo porque en un proceso de innovación deben estar representadas las diferentes partes de una compañía sino que, también, al poner a trabajar a personas con diferentes experiencias, formaciones y formas de ver el mundo se generan ideas no tan dogmáticas, contribuyendo a que se consiga llegar a una decisión más segura y democrática.

Y esta teoría os va a sorprender su origen, ya que se basa en una figura que tenía una de las instituciones que más inamovible ha sido con sus ideas, sus creencias y sus actos de FE: La Iglesia Católica. Y es que la figura del abogado del diablo involucrado en los procesos de canonización De la Iglesia es quien da forma y evoluciona para crear la teoría del Décimo Hombre. El oficio de este clérigo era objetar, exigir pruebas y descubrir errores en la documentación aportada para el proceso de beatificación o canonización. Para hacer Santos, vamos.

Un dato curioso, esta figura fue abolida por el Papa Juan Pablo II en 1983. ¿Sabéis que con la desaparición del abogado del diablo en la iglesia se paso de tener 98 canonizaciones mientras esta figura examinaba cada proceso a casi 500 canonizaciones y más de 1300 beatificaciones sin él?

El gobierno de Israel, hoy en día, si que cuenta con una oficina llamada la “Oficina del abogado del diablo” donde se trabaja como si fueran el décimo hombre del gobierno, analizando y cuestionando las tesis opuestas a las aceptadas habitualmente. De hecho se dice que esta postura del “Décimo Hombre” fue una de las vías gracias a las cuales Israel salió de la crisis del Covid de una manera mucho más rápida que el resto de países.

¿Cuáles son los beneficios de apostar por el fino arte de cuestionarlo todo?

Apostar por una estrategia de ejercer de abogado del Diablo puede ser, sin duda, una ventaja competitiva cuando tratamos de aportar soluciones a problemas o tomamos decisiones ante situaciones poco corrientes. Principalmente porque:

  • Evita la relajación
    El ser humano tiende a acomodarse intelectualmente si nadie pone en duda las ideas del grupo, más aun, nos reafirma en nuestro sesgo de confirmación. Esta estrategia hace que siempre alguien mueva el avispero y por ello tendamos mas incluso nosotros mismos a cuestionar las ideas de grupo antes de hacerlo el propio Décimo Hombre.
  • Nos hace ser más creativos en nuestras ideas y propuestas
    El hecho de cuestionar la solución o idea acordada por los demás va a fomentar que el Décimo Hombre tienda a proponer ideas mucho más creativas e imaginativas, encontrando además la argumentación para apoyarlas.

Pero, como siempre, crear las condiciones adecuadas dentro de la empresa para que esta figura tenga la suficiente fuerza y no afronte demasiados riesgos es siempre complicado.

Por ello muchas veces esta figura debe ser fomentada desde lo más alto en la compañía. Sentirse con la suficiente seguridad para cuestionar las ideas imperantes vengan de donde vengan. Y para ello también hay que trabajar la cultura de empresa. Porque ese tipo de situación, realmente no es la habitual.

Cuando el fino arte de cuestionarlo todo se vuelve contraproducente

Aunque el cuestionamiento puede ser una herramienta valiosa para generar ideas creativas y explorar problemas complejos, también puede ser contraproducente si no se lo gestionamos de manera adecuada.

Este cuestionarlo todo no puede ser algo constante e indiscriminado. Cuando dudamos absolutamente de todo y lo cuestionamos absolutamente todo, podemos conseguir precisamente el efecto contrario al buscado. Llegando a un hastío e inacción. Y es que podemos pasar tanto tiempo dudando de todo que podemos terminar no haciendo nada.

Al igual que con el que consideremos el Abogado del Diablo, es importante encontrar un equilibrio entre el cuestionamiento y la certeza, y utilizar ese cuestionarse todo como una herramienta para estimular el pensamiento creativo y la exploración, en lugar de como un medio para debilitarnos cualquier idea que sea presentada. Corriendo además el riesgo de también hacer sentirse cuestionado a quienes las presentan.

Y después de todo esto, ¿Querrías ser tú el décimo hombre dentro de tu empresa? ¿Qué complicaciones ves que puede tener la aplicación de esta estrategia en una empresa?

Déjame tus comentarios aquí y podemos debatir sobre todo ello.